miércoles, 20 de febrero de 2008

El Final de Javier González Bailach


Nuestro amigo Javier de Valencia, nos remite este relato con un desarrollo sorprendente. Espero que disfrutéis de su lectura.


El Final
Javier González Bailach de Valencia



¡Dios mío, otra sacudida! ¡Esta vez aun ha sido más fuerte!

Definitivamente, mi tiempo se acaba. Siento que esta vez sí ha llegado mi hora. En un par de ocasiones ya me sentí al mismo filo del abismo, pero logré aferrarme a la vida con todas mis fuerzas y conseguí dar esquinazo momentáneamente al inexorable destino que a todos ha de alcanzar.

Bueno, al menos el haberme llevado antes un par de sustos, me ha permitido ampliar un poco mis puntos de vista. Nunca pensamos que esto nos puede pasar a nosotros. Parece que siempre sea cosa de los demás y todo ese rollo del ADIOS se nos antoja como algo ajeno. Debe ser la arrogancia de nuestra juventud, que nos hace sentirnos eternos y pensar que el mundo gira entorno a nosotros mismos…

Pero esta vez me siento algo más preparado para afrontar aquello que tenga que venir. Aunque debo admitir que siempre queda una parte del miedo ancestral a lo desconocido que me hace estremecer cada vez que se apodera de mi conciencia y me intenta sugerir que todo eso de la vida después de la vida no son más que estupideces. Una sarta de consuelos baratos para ayudar a los viejos (como yo) a suavizar el tránsito al abismo que nos aguarda mediante cantos de sirena de una nueva vida, otro estadio para nuestra conciencia, algún universo paralelo donde llevar a cabo nuestra evolución espiritual y alcanzar eso que llaman la PLENITUD.

Bueno, como he dicho antes, eso es lo que siento cuando el miedo me atenaza. Pero llevo preparándome largo tiempo para superar esos pensamientos y mentalizarme de que todo esto que me va a pasar es parte de nuestro propio ciclo. Al fin y al cabo, si uno lo piensa bien, ya no me queda nada por hacer aquí. He atesorado una intensa y larga vida llena de acontecimientos, esfuerzos, dichas y también conflictos que han ido haciendo de mí el ser que soy. Y lo más importante de todo: siempre he sido muy consciente del amor que los demás sentían por mí. Ese es el gran tesoro que me colma y que me llevo conmigo. Aunque al mismo tiempo, es lo que más temor me causa. Esa sensación de estar a las puertas de no ser capaz de volver a sentir su amor. ELLA me produce esa sensación de PLENITUD que me hace desear no tener que “evolucionar espiritualmente” a nada más y perdurar para siempre envuelto en su amor…

¡Oh Dios! ¡Otra vez! ¡Joder, cómo me duele todoooooooooooo! Debe tratarse de una especie de castigo compensatorio el hacerme sufrir tanto al final después de una vida tan dichosa…

Oye, es curioso, parece que algunas de las cosas que me habían contado sobre eso del túnel oscuro por el que tenemos que pasar… no iban nada desencaminadas. Además, tengo la sensación de haber repasado toda mi vida, con gran detalle, como una película proyectada sobre las paredes del túnel, cuando en realidad no han transcurrido más que uno o dos segundos a lo sumo de tiempo real. Y ahora, en fin, entenderás que no me sorprenda demasiado al comprobar cómo siguen cumpliéndose todas las fases clásicas de las experiencias cercanas a la muerte. Es el turno de la luz blanca inmaculada al fondo del túnel que cada vez está más cerca y un ser luminoso con una túnica blanca que te transmite confianza y te llama: “vamos, ven, ven conmigo”…

En fin, creo que ya ni siquiera deseo resistirme. Tampoco me serviría de mucho porque siento que algo o alguien tira fuertemente de mí en dirección a la luz, que de repente lo inunda todo y me hace perder por completo la percepción de cuanto me rodea.

¡Ah, Joder! Pensé que la parte del sufrimiento ya estaba superada, pero no os podéis imaginar lo que duele cuando te ciega la luz, intentas respirar y sientes que ¡ya no puedes hacerlo!.......................... Hasta que después de unos eternos instantes de angustia, algo te golpea en las nalgas y tienes que GRITAAAAAAAAR con toda tu alma para sentir cómo ¡el aire se abre paso hasta tus pulmones! Y dejas para siempre de respirar… de la forma en que lo habías hecho toda tu vida.

Todo ese dolor sólo encuentra consuelo cuando uno de los seres de blanco, te sujeta con manos expertas y te coloca sobre esos deliciosos pechos que ahora contemplas y sientes como nunca hubieras podido imaginar. ¡Qué satisfacción, qué PLENITUD! Al menos ahora sabes que ELLA sigue contigo y su amor te seguirá envolviendo, ahora de otro modo. Todo parece tan distinto pero al mismo tiempo el AMOR es el mismo…

Durante mi primer sueño, después de superar el “trago” de mi propio nacimiento, el gran secreto me ha sido revelado. Sé que cuando despierte, mi memoria consciente, al igual que ocurrió con mis pulmones, será de algún modo “reiniciada” para adaptarse a mi nueva dimensión existencial. No recordaré nada de toda mi vida anterior, bueno, el subconsciente siempre atesora algún destello de memoria que nos puede hacer sentir de nuevo como en el vientre de nuestra MADRE. Lo que más rabia me da es que, parece ser que al final de mi nuevo tramo de existencia, tendré que volver a enfrentarme a esa sensación de vacío que da el salto al otro lado. Al abismo más allá del oscuro y misterioso túnel… Pero eso ya será otra historia, porque ésta ya ha llegado a su ¿FIN?

2 comentarios:

José Angel Muriel dijo...

Dicen algunas matronas y algunos pediatras que nacer es lo más parecido a morir, porque hay una vida después, pero, ¿cómo puedes estar seguro de ello cuando estás en el vientre materno?

Heather Lazarus dijo...

Fabuloso. ¡Me encantó!