Carmen abre el fuego en lo que a los artículos se refiere. El suyo trata un tema que a todos nos afecta y le da un enfoque cuanto menos curioso. A ver qué opináis.
CONTAMINACIÓN SENSORIAL
Se ha hablado mucho de la contaminación ambiental: del agua, del aire, de los alimentos y de tantos otros factores causantes de enfermedades, pero poco o casi nada se habla de otros contaminantes, que si no son mortales de necesidad, dañan nuestro entorno y ofenden nuestros cinco sentidos, o como dicen los invidentes, nuestros seis sentidos.
Nos entran por el olfato y llegan a los pulmones los humos y pestilencias, nos enferman las aguas contaminadas, nos rompen los tímpanos las explosiones, pero también dañan nuestro oído los ruidos del tráfico, los golpes del vecino, los gritos sin venir a qué, y tantos otros ruidos de una bullanguera ciudad, hasta el punto de hacernos padecer un empacho de decibelios. Sin embargo, nada, o casi nada se dice de la contaminación visual. Y si no, ¿qué decir del paisaje formado por botellas, bolsas de plástico, papeles, caquitas de perro y demás monerías tiradas en la calle? Incluso hasta podría hablar de la contaminación del tacto y del gusto: del primero, cuando nos aprietan y achuchan en el autobús, del segundo, por la comida basura.
Pero todavía soportamos otra contaminación más sutil y sin embargo, pérfida, porque nos daña el alma: la pérdida del buen gusto, de la educación, de los buenos modales, de los valores humanos, del sentido del deber y no sólo del derecho.
Afortunadamente, existe una “inmensa minoría”, como dijo el poeta, que intenta rodear su parcela de belleza, pulcritud, trabajo, buen hacer, compañerismo y todas esas cosas que parecen antiguas y pasadas de moda. Existe esa gran muchedumbre de gente buena, lo que pasa es que, si en un estadio donde gritan desaforadamente varios miles de personas insultando al árbitro y un centenar lo aplauden… ¿A cuáles se oye? Si millones de personas babean ante la televisión basura… ¿A quiénes se escucha? Pues está clarísimo. Se escucha a Su Majestad la Audiencia, que es la que da dinero indirectamente.
Si al menos los escritores, o los que aspiramos a serlo, pudiéramos intentar que este mundo sea más bello y más bueno, valdrá la pena ser poeta o escritor de cuentos.Por eso, mi lema es el de la bendición de los indios navajos: “Que camines rodeado de belleza”.
M Carmen Guzmán
4 comentarios:
Soy licenciada en Ciencias Ambientales y escritora...se puede pedir más? Ja,ja,ja!!!
Te veo muy formada, quizás tu opinión nos resultara interesante
Ideal...utopía,aunque nos quedemos al principio del camino.
Heber-Luis Gil
Gracias, amigos. No os lo pude decir antes porque no sabía cómo entrar. Lo hago como "anónimo2, pero soy M Carmen Guzmán.
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