El cuarto relato se titula La Diversión de Matías y su autor es José Ángel Muriel.
La diversión de Matías
Cuando Ana recobró el sentido, seguía atada al poste de acero. Tenía las muñecas sujetas por una gruesa cuerda. Otra soga le apretaba los tobillos. Apenas podía balancear la cabeza. Le sobrevino el acre olor de la sangre seca. Eso terminó de despabilarla.
El tipo que la había secuestrado estaba sentado frente a ella, en una mecedora que crujía en su movimiento de vaivén. Solo sabía que se llamaba Matías. En aquel instante, volvía a apuntarle con su arma. El cañón de la escopeta se alineaba directamente con el centro de su pecho, donde el corazón le latía nerviosamente por efecto del exceso de adrenalina.
Matías apretó el gatillo sin dudarlo y un ensordecedor estampido atravesó el aire de la habitación casi tan rápido como el proyectil. El disparo destrozó el esternón de Ana. Naturalmente, de forma instantánea, el corazón dejó de funcionar.
Con la mirada perdida, Matías soltó una carcajada, le dio un mordisco a su bocadillo y se reclinó en la mecedora, mirando a su presa inerte. Esperando.
Al cabo de unos minutos, solo le quedaban unas migajas de pan. Justo en ese momento, Ana volvió a despertarse. Sus ojos se encontraron de nuevo con la expresión cruel de Matías, que observaba atentamente cómo dejaba de brotar sangre por la herida del pecho y se coagulaba en la ropa, destrozada por los agujeros de bala.
Matías la encañonó sin poder evitar una sonrisa.
-Qué divertida es la inmortalidad, ¿verdad? –se burló, cerrando el ojo derecho para apuntar mejor-. Para los demás, claro.
Era la primera vez que hablaba con ella. Hasta entonces se había limitado a reír tras cada disparo, aunque Ana a duras penas podía escuchar su voz en el crítico intervalo de tiempo en que su organismo reaccionaba frente a la muerte y la vencía. Esta vez, antes de que abriera fuego, ella le respondió.
-En algún momento, tendrás que recargar el arma o te cansarás de estar sentado ahí, o quizá tengas que ir a mear… Entonces, te aseguro que ya no será tan divertido.
Matías disparó. Esta vez el impacto le reventó varias costillas, además del estómago. Estuvo a punto de volver a apretar el gatillo, pero, de pronto, sintió que no debía malgastar una sola bala. De pronto, sintió miedo.
13 comentarios:
que bueno! y como me joden los coitus interruptus, dan ganas de saber que va a pasar!! en serio te exijo como lector frustrado que hagas una segunda parte!!
un saludote,
GuZ
Bien lograda la tensión, y un uso moderado y adecuado del gore. Gran relato.
Gracias. Sin duda, lo más difícil de un relato es encontrar el equilibrio al final, en su desenlace. Si te has quedado con ganas de más, Guz, es buena señal.
Es la primera vez que escribo algo parecido al gore o terror sangriento y, teniendo en cuenta de qué naturaleza es la víctima, queda muy suavizado, tal como observa Vlad.
¡Qué bueno! LOs otros me han gustado bastante, pero este me ha puesto la piel de gallina.
Xosé
Uhmmmmm, me ha gustado mucho y como dice GuZ necesito más. Muy bueno.
Pienso que asi tal como terminó debe quedar y que la imaginacion de cada uno conlleve a una continuacion no?
Todo eso sabe a sadismo, puedo oler la sangre desde aqui, puedo verla, roja y violenta.
Buenísimo.
Fdo: Juan de Madre
la imaginación vuela...y una se imagina el final.
M Carmen Guzmán
Excepto por la repetición de "de pronto" en el mismo último párrafo, el relato está bien.
Así es, algo debe quedar a la imaginación del lector, Mª Carmen.
La repetición de la expresión "de pronto" debe servir para enfatizar la tensión.
La inmortalidad da mucho miedo, tanto al que la padece como al que no.
Enhorabuena por el cuento, está muy bien.
Besos,
Cris
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Realmente bueno, macabro y directo.
Lo que menos me gustan de estas cosas es que tienen final y yo quiero saber más, está genial, hasta yo siento el miedo de Matías y la impotencia de Ana, gracias
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