El habitual sale del cuchitril en el que se cobija una taza agrietada que se mantiene unida a fuerza de la mierda (nunca mejor dicho) que la impregna. Mientras se abrocha la bragueta a la vista de todos y acomoda las partes nobles (las marquesas, vamos), expele un Jodeeeer clavando la mirada en el dueño del Piojoso. Este le mira de reojo rascándose la entrepierna con desgana.
No falla, esos magreos son contagiosos y me tengo que decir que a mí no me pica nada, así que quietecito con la mano.
Jodeeeeer repite el habitual ajustándose unas enormes gafas con montura de pasta. Pasea la mirada entre los presentes en busca de un cómplice. No lo encuentra, ya comenté la sensación que tenía cada uno a esas horas, la de que ese día podía ser el primero de algo distinto y todos se aferran a la sensación el tiempo que pueden. A Gafas no le hacen ni caso.
El Piojoso ante su gesto descompuesto, acaba por soltar un Qué con un No me jodas a estas horas entre la Q y la U. Gafas, más animado, enfrenta las palmas de las manos y las separa a unos diez centímetros de distancia.
-Así, era así- sentencia.
-Pues si que la tienes pequeña- suelta otro de los habituales tras unos instantes de silencio en los que Gafas quiere crear "tensión".
Una carcajada seca recibe el comentario, risa a la que sigue un coro de toses. Se apagan unos cigarrillos mientras esputos indescriptibles pasean por las bocas. No llegan a asomar por los labios y prefiero no pensar en su destino. A continuación cigarrillos frescos toman el lugar de los defenestrados. Gafas aprieta los labios algo molesto aunque enseguida se recompone.
-Una cucaracha, joder, una cucaracha así- repite y separa un poco más las manos.
-¿Así?- exclama el Piojoso de pronto interesado.
Gafas cabecea encantado de que al fin le hagan caso como Dios manda.
-Sí, te lo juro- y las manos se vuelven a separar un poco más. -Detrás de la taza.
-¡Ah!- dice Piojoso muy serio. -Pues esa era la peque ¡¡¡Si te llega a pillar la grande te encula!!!- exclama dando una sonora palmada en la barra.
Esta vez las carcajadas son más intensas y duraderas. A fin de cuentas, este es el tipo que les pone el café y la copa todas las mañanas, mejor tenerlo de cara. De las toses mejor no hablar.
-Mira que eres cabrón- farfulla Gafas, cabizbajo.
-Pues si quieres, pasa al almacén-sigue el Piojoso en un raro, rarísimo acceso de humor, -ahí hasta juegan al fútbol y todo, las muy hijas de puta.
Las risas surgen de nuevo pero los esputos vuelven a hacer de las suyas así que notando un pequeño revuelo estomacal ( y os juro que soy bastante duro en ese sentido) pago el café y me largo, preguntándome por enésima vez que coño hago yo ahí. El café, me digo mientras me alejo. Es por el café.
El café... ¿Lo guardará en el almacén?
8 comentarios:
Un bar con solera es lo que tiene. Estas historias son impagables. Aunque para qué negarlo, por el bien de tu salud igual te conviene emigrar a locales más insípidos. :)
Bueno, creo que mientras me limite al café aunque nunca se sabe...
Pero Enric, si Joe dejase esos mundos con sonido de máquina tragaperras, ¿quién nos contaría estas historias?
Razón lleváis... aunque me gustaría que Joe llegara vivo a la siguiente quedada. :)
Que genial eres Joe.
Mejor no preguntarse donde se guarda lo que luego te llevas al estomago.
Para algunas cosas hay que guardar el misterio. Siempre conservarán su mejor sabor.
Gracias Vero, me alegra alegraros ;-)
Desde luego, olvidate de la tapita de callos, con tanto colorido seguro que ni te enteras.
¿seguro que ese café tan bueno no llevará algo de proteina añadida?
Mira que es guarro el Piojoso.
Yo del café no salgo, lo prometo. Y sí, guarrillo sí que es, de eso podéis estar seguros. :-D
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