miércoles, 3 de junio de 2009

AUSENCIA



—Sí, joder, tú como todos, te crees también que cuando lo pasas peor es con el llanto, los gimoteos y los sofocones. Con todo el mundo a tu alrededor dándote abrazos y recordándote cuánto lo sienten por si acaso se te fuera a olvidar. Y venga todos a llorar y a quejarse. Y luego lo de las paladas— devora el humo del cigarrillo. —Eso sí que es jodío. La tierra cayendo y te la imaginas con gusanos y… —el compañero, más joven, avergonzado, con pena, pero más avergonzado que otra cosa, le aprieta el brazo. Él se lo sacude con brusquedad.
—Es como si se detuviera el mundo y lo pudieras ver todo y no vieras nada. Vale, coño, luego lo superas. Pero sí te digo una cosa, a mí cuando llegue el momento me quemáis y mis cenizas al mar—. El otro asiente en silencio.
—Es más tarde cuando empieza lo jodido de verdad. Acostarte y abrazar el aire, preparar el desayuno para dos, que te llamen para salir y digas que lo vas a consultar con la jefa, llegar a mediodía y olisquear buscando la comida, ver algo que te llama la atención y no poder comentarlo... Algunos empiezan a hablar solos, yo por ahora me aguanto con un mecagoendiós—. Ríe gruñendo y luego da una rápida sucesión de caladas que interrumpe una tos breve y seca.
—Tomarte unas copas de más y que no haya nadie para cantarte las cuarenta, despertarte llorando a las tres de la mañana, ir a por el pan todos los días y dejar que se ponga duro porque era ella la que comía pan—. Aplasta el cigarrillo echando una mirada de rabia al otro. —Lo peor ya pasó —canturrea remedando sin duda, algo que le han dicho hace nada. —La última vez que fui a ponerle flores le pedí que me hiciera un sitio, que me había quedado solo. Lo peor no pasa nunca, nunca— y calla prendiendo un nuevo cigarrillo tembloroso.
Yo, súbitamente consciente de que tengo la atención fija en ellos, paso apresurado la hoja del diario...

El Dilema ¿Forlán o Villa?


...simulando estar a la mía, y poco a poco el mundo a mi alrededor va recuperando colores y sonidos: tazas repicando sobre los platillos, vasos golpeando las mesas, cucharillas cantarinas, voces exigentes, el ir y venir… Y los dos de la mesa de al lado, a un metro escaso de la mía, se difuminan como un mal sueño. Cierro el diario sin ganas de leer más, apuro los posos de la caña y corro a la salida con ansias de sol, aire fresco y de darle un abrazo a mi mujer.

6 comentarios:

milagros dijo...

Por muchas cucarachas que compitan en tamaño, por mucha suciedad que haya en El Piojoso, sus parroquianos también son humanos y la ausencia de un ser querido es de lo peor que nos puede suceder.
Me ha gustado mucho ese último párrafo...

J.E. Alamo dijo...

Bueno, no dudes que tienen sentimientos pero esta escena es de otro bar al igual que otra que transcribí hace algún tiempo. al Piojoso sólo voy a tomar café por la mañana.

VERONICA LEONETTI dijo...

Que bellas son las historias sobre las ausencias.

Felisa Moreno dijo...

Siempre me sorprende tu facilidad para describir escenas cotidianas, me gusta la naturalidad de tus escritos.

Besos

J.E. Alamo dijo...

Son todo gentes y situaciones que observo, luego me limito a transcribirlas.

Laura dijo...

Emotivo y directo. Muy bien. Y un cierre genial. :)