lunes, 1 de junio de 2009

Del Ojo a la Mano


— ¡Del ojo a la mano! ¡Zas! Sin más. A veces ocurre, del ojo a la mano, es una reacción de animal, del instinto. ¡Zas! Del ojo a la mano.
Habla con su natural autocomplacencia Ismael, alias el Sabio, nombre que casi todos le dan excepto el Piojoso (supongo que preferirá no meterse en el juego de los sobrenombres por si acaso) y yo mismo que prefiero pensar en él como el Pesadito. En cada ocasión que suelta el ¡Zas! surca el aire con la mano y parece un crío jugando a los avioncitos. Lo he pillado a mitad de discurso, como casi siempre, y es que por mucho que este tuerce letras madrugue, nunca encontraré el Piojoso por abrir. Las malas lenguas susurran que jamás cierra, que el dueño es el mismísimo Diablo que envuelve almas entre copas y cafés hasta llevárselas a su cubil. Otros afirman que no tiene a donde ir y que tanto le da está abierto que cerrado. Y por último están los que dicen que eso son soplapolleces y ganas de hablar. Sea como fuere, con el Sabio (léase el Pesadito) me ocurre con excesiva frecuencia el hallarle a mitad de parrafada con lo que siempre ando barruntando en qué andará metido.

—Pues no le haría mucha gracia a tu mujer— gruñe Bajito, que mima su copa con la mirada enrojecida.
El Sabio hace un gesto despectivo. —Que no hubiera estado cerca, uno es lo que es. De joven era tan rápido que no había quien me ganara a reflejos. ¿Sabéis el juego ese de poner las manos bajo las de otro y darle hasta que consigue esquivar el golpe? Pues a este que habla se le ponían las manos rojas pero de las leches que repartía.
—Ya, pero darle…— Bajito calla meneando la cabeza y nuestras miradas se cruzan. De pronto me duele el estómago y me pongo tenso con las palabras inacabadas de Bajito resonando: “pero darle…”
— ¡Coño! La puta mosca no paraba de dar por culo, lo de la bandeja fue un accidente— se interrumpe unos instantes, pero a mí ya no me duele el estómago y hasta me entra la risa.
— ¡Zas! Del ojo a la mano, teníais que haberlo visto, todo por los aires pero la mosca la tenía en la mano. Toda la tarde intentando pillarla y la tenía bien pillada ¡Zas! — y el avioncito que surca de nuevo el aire deteniéndose bruscamente a la altura del reloj de pulsera. —Me tengo que ir— murmura el Sabio, de pronto suena preocupado y farfulla no sé qué sobre el pan. Echa unas monedas sobre la barra y se marcha.
— ¡Qué coñazo es!— exclama Bajito. —Mucho presumir pero su mujer le montaría una buena ¡Menuda es esa! ¡Zas, zas, zas! — añade en tono burlón. —Seguro que lo tuvo recogiendo toda la tarde y ahora corriendo a por el pan que si no…
El dueño del Piojoso se le acerca inclinándose sobre la barra.
— ¿Quieres otra copa?— clava sus ojos piturrosos en los enrojecidos de Bajito.
Bajito encoge los hombros. —Vale— acepta al fin.
La copa pronto está a buen recaudo entre las manos bastas de Bajito que guarda silencio con la mirada ausente. Yo pago el café con la sensación de que a Bajito le queda poco, muy poco para visitar cierto cubil y me prometo andar ojo avizor. No me acaba de cuadrar un café tan bueno en un sitio como El Piojoso. A ver si va a ser verdad…

6 comentarios:

José Miguel Vilar-Bou dijo...

Tremendo. Ya veo que lo de quitarte las gafas de sol no te ha rebajado un ápice el toque canalla. Un día tienes que enseñarme como compones esos personajes.

J.E. Alamo dijo...

Pues me quité las gafas porque no veía tres en un burro... ¡Qué se le va a hacer! Y ya que me preguntas (tú, que compones los personajes más impactantes que he leído en tiempo) acércate por los bares de Atocha, los de bocatas de calamares, y quédate un rato ... Ya verás, ya.

milagros dijo...

Son geniales todos tus personajes canallas, pero me voy hacer fan del dueño de Piojoso. ¿Te imaginas la cantidad de anécdotas que han pasado por su barra? Para mantener una clientela así se debe tener un cierto tipo de clase...

Enric Herce dijo...

Lo digo y lo repito: con un libro de anécdotas de bares, lo petas, es que lo petas...

J.E. Alamo dijo...

Gracias Enric. Me va a tener que adoptar, eres un padre para mí... ;-)

VERONICA LEONETTI dijo...

También voto por ese libro de bares.
Y yo me hago fan del Piojoso.