Hoy es la primera vez que yo recuerde, que me tomo una copa de cazalla de buena mañana. Y mis buenos lagrimones me ha costado tomármela, pero tocaba cumplir.
Cuando entro el silencio es más profundo de lo normal, pero como estoy bastante apagado -un mal sueño, malo de verdad- tampoco presto demasiada atención. Apoyándome en la barra tras emitir un gruñido, doy la espalda a los habituales y me dejo absorber por los juegos de sombras del exterior mientras aguardo mi café. El único pensamiento que me ocupa en estos instantes es cuánto maldigo la hora en que dejé de fumar hace ya cinco meses, y es que en momentos como este, aun lo deseo. Y mucho.
Oigo como el Piojoso se acerca por la barra, tiene un carraspeo inconfundible, y un leve golpe sobre la madera delata que ya tengo lo mío. Me giro buscando la taza -un buen trago de café amargo me vendrá bien- y me encuentro con una copa llena de un líquido transparente y espeso. Al levantar la vista, extrañado, me taladran los ojos del Piojoso, de Bajito, de Ismael y de otros cuantos habituales. Todos tienen una copa en la mano y todas se alargan hacia otra que reposa en la barra sin dueño. Frunzo el ceño unos instantes hasta que caigo en la cuenta: ese era el sitio de Larguirucho. No me entretengo y levanto mi copa ofreciendo mi tributo junto con los demás. Curioso como a todos el quemazón del líquido nos provoca unos lagrimones del tamaño de puños. Tras la cazalla, tomo mi café y sin proferir palabra, salgo del silencioso local recordando a Larguirucho, su humor negro y lacónico, su habla pausada y su sentencia favorita: -Es la espera lo que me está matando.
Va por ti.
5 comentarios:
Pasó al otro lado de la barra.
Está claro que formas parte de la fauna del Piojoso. Un brindis por Largirucho.
Creo que ya con esto nos has hecho a todos formar parte de ese bar y de sus historias.
Pero todavía quiero conocerlo!
Si quieres le tomo yo la foto.
Quien sabe si por estas redes de Dios no habrá algún blog en el que alguien relata sus visitas a un bar, entre cuya fauna habita un tipo que suele acodarse en la barra a tomarse un café y que ya lleva algunos meses sin fumar.
Descanse en paz.
Me ponéis en un apuro, si el Piojoso se entera que desvelo los entresijos de su cubil... ¡Uf! prefiero no pensarlo.
Enric: idea muy sugerente e inquietante también.
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