miércoles, 28 de octubre de 2009

La Sirenita


A veces la vida es una puta o lo es con demasiada frecuencia...
Esta mañana, mi hija Sarah se marchaba al colegio contenta con sus dos nuevos coleteros. Uno de ellos llevaba la imagen de Ariel, su personaje favorito. Ya sabéis, la sirena convertida en mujer y que acaba casándose con el príncipe y devorando perdices (a saber qué habrán hecho las pobres aves para ser siempre víctimas de la felicidad ajena). Claro que el cuento sobre el que se basa la película de Disney tiene otro final. Supongo que Andersen tenía muy claro que la vida es lo que es y la sirenita acabó convertida en espuma de mar mientras su amado se liaba con otra.
A mi hija le encantaría ser la sirenita, la de Disney, claro está. Y justo hoy, cuando vuelvo de dejarla en clase, leo que existe la posiblidad de que una niña sea una sirena y, sintiéndole de veras, lo quería compartir porque en cuanto me he enterado se me ha hecho un nudo en las entrañas.


Shiloh Pepin, nacida con una enfermedad rara llamada sirenomelia y conocida como la "niña sirena", falleció a los 10 años de edad en un hospital de Maine (EE.UU.), informó hoy la familia.
La sirenomelia es una malformación congénita letal causada por una alteración en el desarrollo vascular y se caracteriza por diversos grados de fusión, malrotación y disgenesia de las extremidades inferiores.
Shiloh, quien murió la semana pasada, sobrevivió más años que los esperados por los médicos y la fusión de sus piernas era la prueba más visible de su condición.
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6 comentarios:

José Miguel Vilar-Bou dijo...

Al menos esa niña ha dejado una bonita sonrisa para quienes la van a recordar.

Felisa Moreno dijo...

Uffffff, imagino la vida que han llevado esos padres, aunque estoy segura que la han querido tanto que ella se ha sentido la niña más feliz del mundo, sólo hay que ver su sonrisa.

Un beso.

milagros dijo...

Lástima que no se ha podido hacer nada para evitar su muerte. Su expresión es el de una niña feliz, pero los padres han tenido que sufrir mucho, aunque supongo que nunca se pierde la esperanza hasta el último momento.

J.E. Alamo dijo...

Sí, yo también me he fijado en la sonrisa...

Anónimo dijo...

Uno de los miles de casos de los que, a veces, oímos algo, leemos sobre ellos, o nos enseña una película. En este último caso solemos pensar: vaya, pobre criatura( sí, criatura, pues queramos o no admitirlo es lo que pensamos a pesar de que nuestra hipocresía nos diga que no). Nos olvidamos, pensando que eso no suele pasar y temiendo que le pase a nuestros hijos o nietos.
Es una realidad que nos conmueve en momentos puntuales, pero una realidad que preferimos esconder en esa cajón oscuro y cerrado con llave en lo más profundo de nuestro cerebro.
Miles y miles de casos tan inpactantes como estes existen en la actualidad.
Nosotros sólo nos lamentamos. Ojalá algún día alguién decida dejar los lamentos para otro momento y se movilice para ayudar a aquellos que, REALMENTE, lo necesitan.

Manel Aljama dijo...

Siempre aprendemos. Ella muestra una sonrisa y, sus padres, lo habrán podido pasar fatal.