Sherlock de Guy Ritchie

Tengo una costumbre a la que recurro cuando voy al cine a ver una película: evitar el entusiasmo. Años atrás era preso de grandes ilusiones ante la perspectiva de ver ciertas películas y luego, cuando salía del cine, decepcionado, me daban ganas de volver con una antorcha y quemarlo todo hasta que solo quedaran cenizas. Como siempre he tenido un gran respeto a eso de ir a la cárcel, decidí que antes que recurrir a la antorcha, era mejor no crearme expectativa alguna a la hora de ir al cine. Que debía mantener una postura escéptica. Incluso he llegado a concienciarme de que probablemente la película sería un pestiño incomestible. Y funciona... casi siempre. Hay ocasiones en que no puedo evitar el entusiasmo o al menos cierto cosquilleo que anticipa algo grande. Así me ha ocurrido con El Caballero Oscuro o Avatar, pero estas han respondido con creces a mis esperanzas.

Sin embargo, hay algunas películas que no lo hacen. Y eso es exactamente lo que me ha pasado con Sherlock de Guy Ritchie.

Soy un fiel seguidor de las aventuras de Holmes y Watson. Tengo el convencimiento de que mi afición (obsesión que diría mi mujer), por la serie House es producto de sus cimientos "holmianos". Así que, tras unos trailers que me engañaron, fui a ver la película con expectación. Y topé con una gran recreación de Londres, una fotografía cautivadora, una estética impactante, escenas de acción trepidantes, buenos actores (Jude Law compone un Watson que me ha gustado mucho y Downey está a su altura),... y ya está. Vamos que de argumento, de guión, de diálogos, nada de nada. Mucho ruido y pocas nueces. Un envoltorio precioso y estimulante, pero sin contenido. Y mira que los libros de Conan Doyle dan para hacer mil guiones como ya se ha hecho en el pasado. Pues no, no hay historia convincente. Más bien un argumento al servicio de estallidos que impresionan y ya está. Ha faltado chispa, creatividad. ¡Si hasta la relación Holmes/Watson recuerda demasiado a la de House/Wilson!

Eso sí, tengo que decir que la película es divertimento puro y duro. Y lo cierto es que respeto y me gusta ese tipo de cine. Pero supongo que, como seguidor del inquilino de Baker Street, esperaba algo más de este Sherlock y no lo he encontrado.

En fin, una cinta con la que nadie se aburrirá, pero mi sensación es similar a la que me deja el lingotazo de tequila o de orujo: euforia, alegría repentina y luego... nada.