miércoles, 29 de junio de 2011

EMILIO Y CLAUDIO; CLAUDIO Y EMILIO



Claudio Cerdán y Emilio Bueso son dos de los mejores escritores que hay actualmente en España y lo son por méritos propios que sé lo mucho que han luchado por llegar a dónde han llegado ( y siguen en ello, que aquí nadie regala nada). No deja de ser curioso, o quizás no sea simple casualidad, que hayan sacado novela los dos al alimón, o casi. Y es lo mejor que han escrito, dentro de una trayectoria notable, y sobre todo una promesa de que lo que viene a partir de ahora solo puede ser igual o mejor. Ojo, servidor se conforma con que sea igual, que he disfrutado como pocas veces en los últimos tiempos con un libro... ¡En este caso son dos! Y son dos novelas que he leído una detrás de otra y sinceramente no podría decir cuál es mejor.


Emilio Bueso, autor de Diástole
Novela que se desarrolla a lo largo de cuatro noches en las que el misterioso Iván le cuenta su vida a Jerome. ¿Y quién es Jerome? Un politoxicómano que pintaba, y pinta, lo bastante bien como para que Iván le solicite un retrato. Un retrato único. Excepcional. Como la vida de Iván. Vida que él nos relata desde que era una suerte de chulo putas que acaba buscando refugio en Chernobyl, hasta alcanzar un refugio en la mansión dónde Jerome le retrata. 
Por otro lado, la vida de Jerome es la de un fracasado que se precipita cuesta abajo a la par que su Talbot Horizon 150. Drogadicto, fracasado y abocado a la muerte con un empleo que mueve a la risa tanto como a la reflexión (no desvelaré en qué consiste el empleo, pero solo a Emilio se le ocurriría algo así).
Los personajes son de una dureza tal, esculpidos a golpe de realismo sucio sin la menor concesión a la galería, que si tengo que elegir uno de ellos con los que tomarme unas cervezas, elegiría al pobre Talbot que viene a ser una conciencia silenciosa, impotente y mecánica de Jerome. 
La atmósfera es claustrofóbica, asfixiante, aterradora y densa. Es un personaje más y con un peso específico determinante.
La novela se lee con agilidad y una dedicación hipnótica.
No acabarás Diástole con una sonrisa porque te faltará el aire para hacerlo, pero lo harás con plena satisfacción.

Claudio Cerdán autor de El País de los Ciegos.

Si la dureza es una característica de Diástole, Claudio no se queda atrás en este aspecto y además, la adereza con una violencia callejera, barrio bajera, más bien, que sobrecoge lo bastante como para que un alma sensible aparte el libro de cuando en cuando.
El Tuerto Durán es un hijo de puta que vive y medra en una Alicante que es un personaje más de la trama y a la que el propio autor tilda de puta.
Narrada en primera persona, acompañamos al Tuerto desde la cárcel en la que ha pasado cinco años por partirle la espalda a un tipo en un bar, aunque ha cometido otros crímenes con resultados mucho más aterradores. Su vuelta a la ciudad no es la de un tipo arrepentido, al contrario, llega para imponer su ley de nuevo. Y su ley se basa en la violencia y con ella se enfrenta al nuevo capó de la ciudad, a la mafia rusa, a un asesino despiadado que opera en las sombras, un psicópata que le odia lo bastante como para empeñar la vida para acabar con la de Durán... Y todo ello, arrastrando el recuerdo de un amor perdido, la mala conciencia de unas muertes que cabría definir como daños colaterales, y la esperanza, mínima, pero real, de emprender una vida nueva. 
No existe la piedad en El País de los Ciegos, aunque sí hay espacio para la ternura y la humanidad que tienen cabida no obstante la fiereza que rezuman las páginas.
Quizás parezca imposible, pero al Tuerto uno acaba por cogerle cariño. Leed la novela y descubriréis el motivo.

No hay problema en leer Diástole y El País de los Ciegos de manera consecutiva, es como tomarse un chupito de vodka helada y rematarlo con uno de absenta... Quizás te sientas mareado, pero también flotar  con la sensación cierta de haberlo pasado de puta madre. 

4 comentarios:

roberto dijo...

Dos buenos chicos, dos buenos libros...

J.E. Alamo dijo...

Y tanto ;-)

José Miguel Vilar-Bou dijo...

diastole es muy buena. el país de los ciegos me lo leeré este verano, que lo tengo todo planeado

Enric Herce dijo...

Las tengo ambas en cola de espera, lo malo es que ya parece la del INEM.