sábado, 13 de octubre de 2012

Poderoso Caballero...

Al entrar en la farmacia, me encuentro con esto: la abuela, menuda, huesos de gorrión, con un andador al lado, se sujeta con una mano sobre el mostrador mientras con la otra ondea una receta. Se queja, un gemido cuasi animal, lastimoso. El dependiente la observa, triste pero firme.
–Tiene que pagar, Lali, no es cosa mía. Tres con cincuenta. –Levanta la vista y se dirige a los dos que esperamos–. Sé que no es justo, pero a mí no me pagan desde enero, estoy a punto de arruinarme.
–Yo pago –interviene el otro cliente–. Ahí va eso.
–No es el dinero –se queja el farmacéutico.
–Nunca es el dinero –dice él, que ya ha sacado un par de monedas–. Pero al final todo lo soluciona el dinero. Puto país.
La mujer renquea hacia la salida tras dar las gracias. Su salvador compra unas aspirinas y se marcha sin decir más. Cuando me toca y estamos ya solos, el farmacéutico me mira y repite: –No es el dinero, es que hay que mantenerse firmes. Tenéis que comprendernos.
Digo que sí, que el problema es que hay que comprender a tantos que no alcanza el dinero para todos. No le hace gracia el comentario y envuelve mi compra con desgana (¿Por qué envuelven siempre todo en las farmacias aunque les digas que no hace falta?). Cuando salgo, veo a la abuela a mitad de calle, se ha detenido y hurga en su cartera, suspira y sigue hasta meterse en la panadería.
Sí, es cierto, todo lo soluciona el dinero.
Puto país.


2 comentarios:

Mir dijo...

Sí, Joe, todo es dinero y estadísticas, incluso --¡quién lo hubiera pensado!-- en los servicios sociales, educativos y sanitarios. No hay derecho, siempre sufren los mismos, los más débiles. En ocasiones me parece estar viviendo en uno de esos clásicos: Nosotros, 1984, Matrix, Un mundo feliz, Fahrenheit 451...

Editorial CM dijo...

Por desgracia, mucho de lo que narras se está viviendo ya en nuestro país, y si no tienes dinero, no eres nadie. Siempre ha sido así.
En fin, la triste realidad.