Mª Isabel Redondo es la autora de este relato, el tercero de los seleccionados para esta fase final.
El fin del mundo
El ciclo se completó de nuevo, y los habitantes de Montevalle vieron cómo su mundo se desmoronaba. Primero fue la granja del tío Paco, construida, cómo no, en la periferia —su dueño era un excéntrico—, luego le tocó el turno a la herrería y, finalmente, al resto de las casas. Los vecinos, aterrorizados, corrieron a refugiarse dentro de la iglesia, aquella capilla blanca que en tiempos antiguos edificaran en lo alto del monte y que ahora parecía hallarse en el ojo del huracán.
—Perdónanos, Señor, nuestros muchos pecados y aparta de nosotros el castigo que por ellos merecemos —clamaba don Felipe, el párroco, exhortando a su feligresía a la penitencia y la conversión en aquellos últimos momentos.
Los paisanos tosían incómodos, mirándose las manos con la cabeza gacha. Las viejas beatas se daban golpes de pecho mientras algún bebé rasgaba con su llanto el pesado silencio de la nave.
Fuera, bajo la luz del sol, dos jóvenes enamorados se abrazaban con fuerza.
—No te dejaré, Alisa. Nos marcharemos juntos —murmuraba él mientras las lágrimas rodaban incontenibles por el rostro de ella.
—¿Por qué ahora, mi amor? —inquirió la muchacha en inútil protesta contra la misma vida.
Mientras, cada vez menos terreno donde apoyar los pies. Hasta que finalmente hubieron de elegir porque solo quedaba sitio ya para uno de los dos. Y él escogió el abismo, a fin de regalarle a su amada aquellos últimos segundos.
—Renaceremos, amor —exclamó ella esperanzada.
—Renaceremos —repitió él como un eco moribundo. Y su voz se perdió en la nada insondable.
Luego el último instante, la última inspiración, el último latido.
Después, el Vacío.
La niña, que llevaba ya cerca de veinte minutos curioseando en el dormitorio de sus tíos, dio vuelta por enésima vez al reloj de arena que estos tenían de adorno en la mesilla.
—Perdónanos, Señor, nuestros muchos pecados y aparta de nosotros el castigo que por ellos merecemos —clamaba don Felipe, el párroco, exhortando a su feligresía a la penitencia y la conversión en aquellos últimos momentos.
Los paisanos tosían incómodos, mirándose las manos con la cabeza gacha. Las viejas beatas se daban golpes de pecho mientras algún bebé rasgaba con su llanto el pesado silencio de la nave.
Fuera, bajo la luz del sol, dos jóvenes enamorados se abrazaban con fuerza.
—No te dejaré, Alisa. Nos marcharemos juntos —murmuraba él mientras las lágrimas rodaban incontenibles por el rostro de ella.
—¿Por qué ahora, mi amor? —inquirió la muchacha en inútil protesta contra la misma vida.
Mientras, cada vez menos terreno donde apoyar los pies. Hasta que finalmente hubieron de elegir porque solo quedaba sitio ya para uno de los dos. Y él escogió el abismo, a fin de regalarle a su amada aquellos últimos segundos.
—Renaceremos, amor —exclamó ella esperanzada.
—Renaceremos —repitió él como un eco moribundo. Y su voz se perdió en la nada insondable.
Luego el último instante, la última inspiración, el último latido.
Después, el Vacío.
La niña, que llevaba ya cerca de veinte minutos curioseando en el dormitorio de sus tíos, dio vuelta por enésima vez al reloj de arena que estos tenían de adorno en la mesilla.
Autora: Mª Isabel Redondo
9 comentarios:
Malvado y divertido sadismo, sencillo y eficaz, un gran relato.
Buen relato, sí señor. Pero pediría que se cambiase la foto de la cabecera, porque es un pedazo de spoiler.
Hombre, lo de"spoiler" es cuando uno llega al final, no creo que uno caiga en la cuenta al principio.
Además, el final rompe con el hilo argumental anterior. Uno no se da cuenta de lo que va a pasar hasta que lo lee. No obstante, no demos más detalles, que el lector disfrute de la lectura.
Sin ánimo de reincidir en el tema,la verdad es que a mi también, me ha dado el pie (como dicen en teatro) de lo que va el relato, viendo la foto...
Me ha parecido, que lo ha enternecido al final, yo lo hubiera hecho más apocalíptico como indica el título...
Es un estupendo relato, felicidades Isabel.
Boro Collos
Muy bien escrito y el giro al final resulta cuando menos curioso.
¡Gracias, chicos! No lo he visto hasta hoy. Ni siquiera sabía que se hallara entre los 10 seleccionados. Ha sido una sorpresa.
Creo que yo también cambiaría la foto :-)
Sigo leyendo relatos.
Sobre el comentario de Vlad
¡Quien no hay leído el relato, que no siga adelante!)
No hay sadismo ninguno. La niña ignora que, con su juego, esté afectando de alguna manera a un mundo paralelo.
Mª Isabel
Felicidades Ma Isabel, me encanta tu relato. Un abrazo y gracias!
Rafa
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