martes, 3 de febrero de 2009

La Química de la Muerte


Simon Beckett británico nacido en 1968, es un periodista "freelance" que antes trabajó como profesor en España además de formar parte de un grupo de música. Sus libros sobre David Hunter le han supuesto el reconocimiento internacional y el primero de la serie es precisamente el que da título a esta entrada: La Química de la Muerte.

Una visita que el autor hizo al Centro de Antropología Forense de Tenessee (también conocido como la Granja de Cuerpos y que los seguidores de CSI Las Vegas recordarán), inspiró el nacimiento del mencionado personaje: David Hunter.

La Química de la Muerte es una obra que raya a gran altura, uno de esos libros que los ingleses denominan "page turner". Vamos, que una vez lo tienes en las manos, te roba horas de sueño, trabajo y, sobre todo, de aburrimiento.

El libro cuenta con una trama sólida y un ritmo narrativo formidable y en apariencia sencillo, sólo en apariencia. La acción - que no destriparé- discurre en un típico pueblo inglés, de esos que aparecen en las postales. Pero lejos del rostro amable que suelen ofrecernos de estas localidades, el autor desenmascara la despiadada y miserable realidad de los núcleos cerrados, tan ingleses ellos, donde cada uno se ocupa de lo suyo y preocupa de poco más. Y así la sordidez irrumpe sin contemplaciones cuando las "apacibles" gentes ven alterado su ritmo cotidiano, dando vía libre a los instintos más atávicos.

De los personajes, desde los protagonistas hasta los secundarios, Beckett ofrece descripciones someras, sin adornos, con apuntes - apenas insinuaciones- que señalan a ese armario de secretos inconfesables que todos mantienen cerrado a cal y canto. Así, todo el elenco despierta sentimientos en el lector: de aceptación, rechazo, compasión... pero desde luego, ninguno deja indiferente.

En cuanto a la historia en sí, se desarrolla con pulso firme e inmisericorde por un paraje infernal de tal intensidad, que en más de una ocasión tuve que dejar el libro de lado para asimilar la tensión.

Sólo un pero, y ese pero es el que me impide calificar la obra de "redonda". Y es el rizo, mejor dicho los rizos, que da el final de la historia. Lo que hasta ese momento era una espiral perfecta de acontecimientos con apuntes a un desenlace intuido, aunque no del todo aparente, se transforma en un rulo final tan enrevesado que lamentablemente, resta algo de verosimilitud al esquema planteado. Incluso la sorpresita de las últimas páginas se ve venir y es además, totalmente innecesaria. Una lástima. De todas formas, La Química de la Muerte resulta un libro más que recomendable que me llevará a buscar las obras de Beckett en las estanterías en mi próxima cacería de entretenimiento.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tengo oído cosas sobre el tal Beket y todas buenas. A ver si me hago con algo suyo y dejo por aquí mi opinión
Mala

Enric Herce dijo...

Apuntado queda. A ver si lo cuelo entre las adquisiciones de la biblio...

Anónimo dijo...

Lo empecé a leer ayer y no he podido dejarlo...realmente engancha.Fdo:Vacapollo

Mertxe Costas-Bookworm dijo...

Hola!

Acabo de terminar este libro y buscando opiniones de otros lectores, veo que casi todos coincidimos en lo estupenda que ha sido su lectura.

Un saludo.