-¿Y al final?
-Lo de siempre, se la comió y punto.
-Pues va diciendo que quien se la hace se la paga.
-Largar, larga el maricón, eso sí que se la da bien- encoge los hombros frunciendo los labios. -Na de na. Lo que yo te diga.
-Un poco bocas sí que es.
-Sí, pero na, mucho rollo y ya está. Un borrego, cuando la otra habla, este es un borrego.
El dueño del Piojoso asiente con una media sonrisa, entonces parece advertir mi presencia. Me saluda con un gesto vago y mi café aparece sobre la barra. No hay más conversación. No se si hablaban de Ismael, el Sabio, pero me da que sí. Lástima no haber llegado un poco antes.
3 comentarios:
Bueno, ya se sabe, perro ladrador...
Hoy te han dejado con la miel en los labios, eh? :-)
Que surrealista me parece este texto. Me ha dado la sensación de ser el pricipio de un cuento de misterio y terror.
Sale alguien vivo de esto?
Muy bueno el relato, me encantan tus descripciones, consigues meter al lector en la escena.
Besos
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