miércoles, 14 de abril de 2010

FIN


¡Padre! Mis pasos han sido incontables, unos cortos y otros infinitos. Muchos extraños, inesperados. Todos míos y tuyos.
¡Las gentes que hemos conocido! Tan distintas, tan ajenas y sin embargo, tan prójimas. Sus sonrisas producían los mismos surcos y los odios, un veneno igual.
Hemos vagado por parajes en que la soledad nos ha acunado, arropándonos con la memoria, mientras el aliento caía helado a un suelo desde el que acechaban bestias pardas con ojos de azogue líquido.
Hemos recorrido arenas sobre las que erigían sus cúpulas ciudades perdidas y en las que moraban criaturas cuyo nombre rompía el alma. Más todas se deshacían en polvo a la par que mis palabras titilaban en gemidos febriles.
Pero todo eso acabó. Es la hora de ponerle fin.


—Tienes razón, —y cerró el libro acariciando su lomo con afecto.
(A la mejor celebración del mundo: la Feria del Libro)

7 comentarios:

roberto dijo...

Disfruta de la Feria. Que no tenga fin...

Felisa Moreno dijo...

A veces duele acabar un libro, es como cerrar una puerta a un mundo que por momentos logró sacarte de la realidad. Un abrazo.

Enric Herce dijo...

Una historia interminable que solo se escribió una vez, pero que empezará de nuevo cada vez que un lector decida darle vida.

José Miguel Vilar-Bou dijo...

He escuchado ecos de Dylan mientras te leía.

J.E. Alamo dijo...

Para el buen lector, la feria dura todo el año, ¿verdad, Roberto?
Sí, Felisa, duele, pero el libro siempre está ahí para que vuelvas cuando lo desees.
Ahí tienes toda la razón, Enric. Lástima que haya tanto que leer y poco tiempo para hacerlo.
¿De Dylan? Chaval, me acabas de alegrar el día ;-)

VERONICA LEONETTI dijo...

Yo también he escuchado música detrás de estas palabras :)

Luis Martínez Semper dijo...

Joe, vendrás a visitarnos a Moncofar?