Anoche estaba en un bar tomando un café y leyendo la prensa (solo las viñetas humorísticas que hacen reír sin ganas de llorar después), cuando un retumbar lejano y profundo atrajo la atención de todos. Parpadeé y estaba solo en el bar y, al salir a la calle, seguía solo, aunque en la distancia distinguí a una multitud que gritaba (no supe entonces si de alegría o terror) mientras correteaba de un lado para otro. El sonido grave y pertinaz ganaba contundencia y el horizonte se vio subrayado en su totalidad por una línea de puntos negros. El trepidar procedía de la línea que se aproximaba. La multitud, por cierto, había dejado de corretear y con brazos caídos y rostros inexpresivos, se mantenía a la espera.
Los puntos negros eran muñecos grandes, orondos y sonrosados con grandes sonrisas pintadas en los rostros relucientes. Cada uno portaba un tambor que aporreaba con ansias mecánicas. Eran la marabunta que todo lo ocupaba, y bajo sus pies se agitaba un polvo rojizo. La multitud apenas gimió cuando fueron triturados, aplastados, destripados... Los tambores resonaban como truenos y yo estaba solo de nuevo, corriendo como podía a través de un aire que repentinamente era espeso como las gachas con polvorones. Y el retumbar lo ocupaba todo, todo... Y las sonrisas eran cada vez más enormes...
Desperté con un grito y el frenético golpeteo de los latidos de mi corazón en las sienes.
7 comentarios:
Una buena pesadilla.
A seguir soñando, que, según los expertos en sueño, tener pesadillas es buenísimo para el organismo.
Si fuera un sueño de verdad le diría al soñante que su infancia se está vengando de él; tal vez tuviera que rescatar alguna parte del niño que fue.
¿Buenas? Pues a veces parece que se quiera escapar el alma por la boca...
Anabel, no sé quién lo dijo si es que lo dijo alguien, pero cuando pierdes al niño que hay en ti, empiezas a morir.
Hay cosas que despierto te divierten y dormido te dan miedo. ¿Por qué será?
¿Será porque toda luz tiene una sombra detrás que descubrimos en los sueños...?
Pero que bonito! :)
A pesar de lo que pueda significar y esconder esa sombra.
Me recuerdan el de los Cazafantasmas, ese muñeco gigante orondo y de inquietante sonrisa que azota New York. A dormir bien.
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