El décimo y último. Su autora es Carmen Rosa Signes. Ahora a esperar al lunes. Mis más sinceras felicitaciones a los participantes ya que creo que todos coincidiremos en que el nivel ha sido más que notable.
La imagen es creación dela propia autora.
Trazos que unen
“Aquella delgada línea, era algo más que una fina separación
entre dos zonas diferenciadas. Sonará a galimatías, puede
incluso que al delirio ilusorio de un demente, pero no es a mí
a quién deberían pedir cuentas. No fui yo quién conjuró este
hechizo.” (Ar Razí 850-923)
El pulso firme enmarca el entorno, refugio oculto de mi realidad. La atracción que sintió por mí, le ayudó a rescatarme de la tumba ignorada de mi encierro.
Desde los primeros trazos, creería que estaba a punto de conseguir algo importante. Debía pensar que toda inspiración que golpeara su mano, salía de su mente de artista. No tuve necesidad de aliados, se convirtió en mi único ayudante.
Pero, ¿cuándo comenzó a cambiar? Él, pasó de mero observador a oficiante; y yo de admirada quimera a sumisa enamorada. No lo había visto, pero la suavidad de su pulso y la calidez de su voz, pudieron conmigo.
No es justo, debía haber concentrado en él, toda mi ira. Demasiados siglos olvidada, como un genio en su lámpara apartada del mundo. Tenía que haber renacido como esas maldiciones surgidas de embotellados efrit, dejando caer sobre mi salvador, todo el peso de las consecuencias de su buena acción. Pero no fue así.
Derramaba en mí, como un amante, colores y líneas; conformando un encanto tanto tiempo perdido. Me desprendió de aquel rictus abominable, con el que hacía huir a los hombres. Incluso el vivaz remolino de mi cabello, entre sus dedos, se convirtió en sensual representaciones de las caricias y el sexo. ¿Por qué tenía que suceder?
En un principio mis intenciones estaban claras, pero en las postrimerías de su obra, cuando aquella delgada línea que nos separaba se hallaba cada vez más cerca de fragmentarse, me desviví por exhortarle en su empeño por terminar. Mis labios aún no se podían mover, pero mi pensamiento, aquel que le lanzó en la búsqueda, le conminaba fervientemente para que no concluyera.
—Los ojos… Sí, los ojos. Con ellos termino.
Repetía, mientras delimitaba los contornos, abriendo espacios infinitos que quebraban nuestros mundos, en una equívoca interpretación de mis deseos.
Infructuoso empeño el mío, que sucumbió en el mismo instante en el que terminó mis pupilas y pude verlo, al menos durante un segundo. Me queda la convicción de haberle complacido, pero maldigo este encuentro, esperando que nadie más me halle. No deseo eternizar la agónica desesperación del amor frustrado de esta Medusa.
Autora: Carmen R. Signes
8 comentarios:
Hermosísimo relato con un tristísimo final. Me encantó.
No me gustaría ser jurado del certamen, ¡¡no podría decidir un ganador!! Sois todos muy buenos.
Xosé.
Muy bueno, tocaya, muy bueno.
M Carmen Guzmán
Un relato perfecto de principio a fin, muy bien, Carmen.
Uf que bueno, me gusta mucho, sobretodo que me hagan pensar un poquito. Enhorabuena!
GuZ.
Palabras que al leerlas te acarician. Felicidades
Charly
Gracias a todos por vuestras palabras, es un honor para mi estar nuevamente aquí entre los seleccionados, en este lucha de titanes, de ingenio e imaginación. Me alegro de que os haya gustado mi texto. Saludos.
Carmen
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